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A new blog... 22 Nov 2012 6:06 AM (12 years ago)


Friends:

I have a new blog which I hope you will visit from time to time...

http://projectzudotcom.wordpress.com/

This is a new beginning ... so hopefully you will  ride along with me in these forthcoming adventures.

Thanks for your visits!

Manny

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Presentación del primer número de la revista humorística y cultural CARITATE 19 Nov 2012 4:40 AM (12 years ago)

 
Invitación para la alfombra roja del primer número de la revista humorística y cultural CARITATE

El Centro Cultural CubaOcho y la Fundación APOGEO para el arte público, multicultural y multimedia, tienen el gusto de invitarle a la alfombra roja del primer número de
la revista humorística y cultural CARITATE, con la presencia de su “padrino” Alexis Valdés, el Rey de la Comedia; la actriz Rosalinda Rodríguez; el caricaturista Arístide, y otras importantes figuras de la cultura y los medios de información ...
de Miami.

Fecha: Martes 20 de noviembre del 2012
Hora: 6:30 p.m.

Dirección: Centro Cultural CubaOcho
1465 SW 8th ST. Suites 106/107, Miami, FL.  33135.

Parqueo gratis en el edificio 1465, y detrás del Parque del Dominó.

Para más información, llamar a Baltasar Santiago Martín
 al 786 390-5855
 




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On the road again... 18 Nov 2012 12:20 PM (12 years ago)


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Gracias por esta Semana Alternativa de Literatura 2012 17 Nov 2012 7:10 AM (12 years ago)

Amigos:

Hemos llegado al final de esta Semana Alternativa de Literatura.
En estos días he recordado muchísimo los otros dos años anteriores; primero en Zu Galería, y luego en el Dorado. He cerrado los ojos y he sentido a José Ramón Morales; siempre sonriente, parado en la puerta durante la lectura de Margarita el martes. Anoche, por momentos me pareció ver a Heriberto Hernández Medina sentado ...en primera fila  oyendo a Barquet leer de su libro, Cuerpos del delirio. Durante la noche del lunes, mientras María Cristina Fernández leía su excelente ensayo, sentí que Elena Tamargo recostaba su cara en mi hombro; como era su costumbre.

Ha sido una semana intensa; y debo confesar que estoy súper cansado. Sin embargo me siento feliz de haber logrado todo esto una vez más. Sin los escritores que han participado, sin los medios de prensa, sin los blogs; en especial El Lugareño de Joaquín Estrada Montalbán quien desde el 2008 promueve todos mis eventos; sin ustedes el publico que noche a noche nos ha acompañado… y sin el espacio de la Alianza Francesa,  todo esto no hubiera sido posible.
 
¡Muchas Gracias!
 
Manny López
Project Zu
 
 
 
 
 
 
 

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FOTOS: Juan Carlos Valls y Roberto Zurbano 17 Nov 2012 6:57 AM (12 years ago)












 
Fotos de Karin Aldrey
 
 
 

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A Elena Tamargo. Por María Cristina Fernández 17 Nov 2012 6:33 AM (12 years ago)

Foto de Marta Ramos



Rememora Raúl Ortega que en conversación con Osvaldo Navarro, este le habló de un ritual que acontece en ciertas regiones del Tibet: mezclar las cenizas de los muertos con la comida que le dan a las palomas. Quien contara esto fue la misma persona que compartiera con Elena Tamargo varios años de vida, y a quien reconoció una maestría poética más allá de los altibajos de la vida en común. Además de Osvaldo tuvo Elena otros maestros que fueron apareciendo en su momento justo, vivos o muertos, a lo largo de viajes, mudanzas y aprendizaje constante. Siempre habló de ellos con gratitud, estableciendo una sucesión de correspondencias que los enmarcaba en un mismo linaje.

Eso me fue revelado por primera vez en Agartha City, hace justo tres años, aquella noche en que el poeta Carlos Díaz Barrios la invitara a leer y a hablar de su obra. Hablo de revelación porque en principio había algo velado para mí tras la apariencia de mujer exquisita que me dio la bienvenida. Vestida como por modisto hábil, el pelo tratado en algún salón, la boca pintada de un rojo intenso, encubierta la blancura de su pecho con un chalequito que imitaba un plumaje exótico, y en su mano izquierda un guante tejido, no parecía la mujer de campo que decía ser. Pronto descubrí que esos caprichos de vanidad eran detalles consentidos a una belleza clásica, donde por momentos se posaba el ardor o la tristeza. No sabía entonces en cuántos escenarios , de cuántas maneras distintas habría de ver ese cuerpo rotundo que menguó en el climax de la enfermedad; cómo contemplaría ese rostro en lecturas públicas, en la convalescencia, en la agonía…

El campo que le dio la vida le abrió también los ojos a la tristeza, al dolor ajeno, a la soledad, según le comentara en una muy completa entrevista con Luis de la Paz para el Diario de las Américas. El campo que no es idilio, y también lo es. Hay en ese discurrir natural una puerta muy certera para la entrada de lo poético. En una reseña a su libro “Días ya vacíos” Madeline Cámara lo dice de este modo: “En otros poemas encontramos una imagen que se repite en libros anteriores de la autora: la mujer que ama la naturaleza, pero no de modo pasivo sino ella misma queriéndose fundir con elementos sencillos pero rebeldes del mundo natural como la hierba y el caballo/la yegua, símbolos recurrentes en su bestiario. Elementos puramente estéticos se confunden con referencias quizás biográficas: el ser mujer con infancia en un pueblo, o la fantasía de haber sido una “niña que hurgaba la tierra con su sexo”.Este tipo de imaginería nos obliga a situar a Tamargo dentro de la escritura femenina que valida lo Material y lo Corporal dentro de esa nueva espiritualidad donde la Naturaleza no se queda en el telón de fondo donde la situó en su día el Romanticismo.” Muy cierto cuando leemos a Elena; aunque fue una mujer de mucho estudio su poesía mantiene una conexión esencial con las fuentes de la vida, y de ahí la razón de que pudiendo ser solo una mujer culta terminó siendo una mujer sabia. Aún cuando muchos de sus poemas se deagajan de pies forzados de Osvaldo Navarro, o que se apropien por momentos de la voz de otros poetas como Celan o Lorca, Elena sustenta su poesía en una realidad que experimenta con el cuerpo y para el cuerpo, que ya se sabe que sin él el alma, y hasta los dioses, fueran reducidos a nada. Hay también, tal vez a causa de esta valoración de lo tangible una conexión con el acmeísmo ruso, que preconizó una recuperación semántica de la palabra por encima del símbolo.

El tilo, la miel, el agua, la saliva, la sangre, están en el sustrato de su escritura conectando visiones, olores, memorias táctiles. “Cuando me pongo triste me vienen los diez años/ las crines que a mi padre enloquecían,/ sus atuendos de monte y el olor a tabaco”. La memoria es la fuerza impulsora de la poesía”, escribió Elena en su ensayo sobre el poeta Juan Gelman, que es como decir que la evocación es la vocación del poeta. Pero la poesía, como sustancia viva, está hecha también de los olvidos de la memoria que participa de ese proceso de hilar imágenes, de reconstruir en el tiempo. El sufrimiento y la pérdida dejan vacíos en ella, incógnitas que el poeta buscará salvar iluminando lo difuso a través de la certeza emocional. Elena no solo reconocía su distinción por la poesía alemana, sino por toda aquella marcada por el sufrimiento provocado por una ideología, por el exilio, por lo que llamó “la retirada del sitio natural de enunciación”. Posiblemente esta deferencia se acentuó en la experiencia de Moscú, porque antes de ello la autora reconoce que “los más elementales atisbos de política, los efectos y las causas me eran también ajenos”. Ese viaje a Rusia fue un privilegio que muy pocos escritores en la Isla podían tener. Una salida del país en plan diplomático era un lujo, no había por qué esperar riesgos. Pero soplaban los vientos de la Perestroika y se quitaba el polvo a aquellos poetas difíciles, incómodos, a los que como dijera la poeta a de la Paz en esa entrevista, morían en Rusia por un puñado de versos. “Esos poetas me cambiaron el rumbo”. A través de lo registrado por los poetas de la tormenta puede reconstruirse lo que fue una época atroz. No parecía ser la poesía la más inocente de las ocupaciones cuando los gendarmes de la cultura dieron cuenta de tantas voces aliadas al bien y a la verdad.

El látigo del exilio, al decir de Raúl Ortega, los llevó a vivir una larga temporada en México. “Allí me hice maestra”, dice Elena agradecida. Allí se acoge a la hermeneútica, que pondera la reflexión sobre el análisis. En la casa de la calle Gabriel Macera, como antes fuera en la casa de Lacret en Santos Suárez, van los amigos cubanos en busca del refugio amoroso de los poetas Navarro y Tamargo. “…en ese pueblo del volcán junto al poeta comencé a recordar las palabras más antiguas de mi vida” Están ceniza, dios, vaca, nieve, tristeza, carne, piano, plátano macho, piedad…, cuenta en su novela inédita sobre el cáncer. Pero ese valle no estaba lleno solamente de presencias, sino de extrañamientos. ¿Dónde queda la loma de Cabañas, su bahía y el astillero con su entrar y salir de barcos? ¿Dónde el mar de la Habana, ciudad que la adoptó, seduciéndola? “Ay, mi ciudad, mi pasto/ mi sitio recurrente/a la hora en que duermen las palomas.” “La Habana es mi memoria sana”, resumió. En ese valle donde sus días comienzan a hacerse más y más de tierra, el nevado de Toluca le reveló que “un cuerpo puede ser un templo y una hoguera, guarder distintos fuegos/ doler de dos maneras.” El volcán es una metáfora del cáncer, descubre la mujer que sabe asociar. “Y el cuerpo mío de nieve/que es el mismo/sigue ardiendo en las noches como un cañaveral.” Un día su cuerpo tenía un agujero perenne: la boca del volcán, pensé al verlo. Por ahí le monitoreaban el avance de la enfermedad. Comprendí qu ese agujero, que ella tapaba de la vista de todos, era la boca de la muerte que por allí soplaba con persistencia.

Murió Osvaldo de súbito y Elena experimenta otra cara del exilio; ahora en Miami, a donde ya había partido su único hijo, nombrado Nazim por el poeta turco exiliado y muerto también en tierra extraña. “Inasilado-inarchivado-inasistido,/ sin lápida, sin tumba, sin ciprés”. “He venido a Miami a curarme”, dijo quien creía en el valor terapeútico de las palabras. “Las palabras son mis amuletos, creía en el pensamiento, en la cabeza, en los ritos que las religiones le hacían a la cabeza…” En esta ciudad destapó un culto fervoroso. La mimaron los poetas y los pintores, los fotógrafos y los actores, los periodistas y los snobs. Ella quería derramarse en todos, dar bautismos de poesía, enseñar, y en esa entrega poder sanar. Según los principios de retribución del bien, por todo lo que dio y germinó de sí, debió curarse. ¿Dónde estuvo el error, qué falló entonces? Si la poeta advirtió en Agartha City que la perseverancia es más fuerte que el destino…

Vuelve el delirio a mi placenta antigua/ Entre légamos agrios/ y pomada y vendaje/ antes que el tiempo expire en un violento abrazo.” Años atrás había escrito en el poema “Sobre un papel mis trenos”: “¿Alguien sabrá que estoy desamparada”. Por ese tiempo la poeta era aún más bella, ganaba premios literarios en la Habana, traducía versos del misterioso alemán. Elena no era una mujer de quejas; amó a la vida y le cantó, también al amado, al pastor del monte, al hombre de otra arcilla, pero el desconcierto también fue registrado cuando su cuerpo “fue rajado en dos como una palma por un trueno”. En el poema “Compás de espera” apunta: “Mi pasado está invadido y lloro lentamente”. Y también: “me dan miedo mi pueblo y sus hombres”, “Estorbo como estorban los almendros’.

Siempre me llamó la atención el título de su poemario “El caballo de la palabra”. Ya sabemos de su preferencia por el caballo, animal que rondó su infancia, y que encarna la inteligencia y un sentido muy propio de la libertad. En “El ultimo poema del año del alma” la autora se identifica con la yegua que “retoza suavemente sobre el rocío” y “le da lecciones al sabio y al dragón”. Pero el caballo es también en la regla de Ocha el iniciado que presta su cuerpo (o se le toma) para una comunicación mágica. “Y para ello un dios me ha prestado su lengua”. La monta del caballo hace que el santero se convierta en oráculo y hable por los orishas. Es el portavoz elegido por los dioses. Pero el que ha visto la monta de este tipo de caballo sabe como queda exhausto, como consume energías en el trance. “…porque la diosa en medio de sus mitos/ vive mi vida y me abandona”. Elena fue ese cuerpo/ caballo/ oráculo. Su dios fue la palabra , pero no la retórica sino la que nombra, enseña, es.

Esta interpretación tan simbólica puede ser más realista que la más realista de las explicaciones.Pero no puedo dejar de pensar que el cuerpo de Elena, decidido en su voluntad y amparado en la fe de sus mayores, se expuso con gran valor a métodos mucho más severos que vendajes y farmacias. Hoy en día se sabe, aunque se sigue haciendo gran uso de ella, de las desventajas de la quimioterapia en el tratamiento del cáncer. Frente a este agresiva cura, Elena pedía jengibre para las naúseas, cremita para la piel, agua para los labios secos. Cuando un grupo de amigos con Manny López al frente, lograron en campaña generosa reunir lo suficiente para cambiar la estrategia y ponerla en mejores manos, ya el cuepo de Elena había perdido demasiadas cortezas.

Hay cosas difíciles de decir, sobre todo cuando ya lo irremediable se impuso. También cuesta a veces contradecir a las personas que con buena voluntad hablan por boca de la tradición y la preservación de ciertos ritos con los que crecimos. Cuando Luis de la Paz se lamentaba de que varios escritores cubanos muertos en el exilio carezcan de un lugar de peregrinación, pensé que esto no estaría en consecuencia con la realidad de quienes no tuvieron hogar fijo, y fueron precisados o eligieron renunciar a ese espejismo llamado patria. Tan hijos de la diáspora como el que más, sus tumbas están en el mar, en un lago, o esparcidos en tierra de nadie. Como en el Tibet, que mezclando las cenizas con el alimento que le dan a las palomas, unen la tumba con el vuelo. En el caso de Elena tal vez haya vuelto al mar de su patio. Ella, que había dejado por el mundo colecciones de sombreros, platos hermosos, casas tibias que se desmantelaban en la partida, supo valorar y nombrar este sentimientto: el desapego. Esa fue la última lección que recibí de ella cuando le pregunté por cómo asumir la impermanencia de los objetos con los que nos identificamos.

Aunque perteneciente a una generación muy distinta, hay otra escritora cuya memoria siempre me acompaña. Hablo de Dora Alonso, quien vivió su vida íntegramente en Cuba. Una escritora que fue encantada con las melodías de la revolución y que unió su destino íntimo al destino nacional del país en que nació y murió. Hay que estudiar su vida y obra para entender por qué. Era muy anciana cuando la visitaba en su apartamento en un tercer piso en Nicanor del Campo. A sus noventa años su familia le pedía mudarse a un lugar donde no tuviese que subir escaleras. Llevándome a una ventana me señaló los ocujes que crecían desde el suelo. “Esos los sembré yo, no puedo dejarlos”. En esos días se enfrentó a los del servicio eléctrico por haberlos podado con alevosía. “Tampoco puedo separarme de ese mar que se ve por la otra ventana”.

Recién salida Elena de una quimioterapia en el Jackson fui a visitarla en su casa de Kendall y quise regarle el mariposal que crecía en su pequeño patio, y que había transplantado del Escambray a México, de México a Miami. Me prometió regalármelo un día, lo que nunca sucedió, tal vez porque yo lo quería todo para ella. Dora Alonso pudo quedarse en Cuba custodiando el mar y los ocujes. Elena cargó con su mariposal a cuestas, resembrándolo de una tierra a otra, como a sí misma. El símbolo es más intenso conociendo que la mariposa blanca es la flor nacional de Cuba.

Lástima de mundo, pena de país que no cuida a sus poetas. Elena Tamargo, como Ana Ajmátova, pudo describir los últimos días de su paso por el mundo: días atribulados, sufridos, vacíos los llamó en un intento tal vez de redimirlos de culpa. Pero tuvo en las palabras su lucidez y amparo, para justificar con Holderlin, que es poéticamente que el hombre habita la tierra: “la casa en tierra ajena / cuando rota en pedazos/ regreso a morir, a temblar/ a recoger del suelo, alzada y mansa/ los restos de mi hoguera/ mis llagas entrañables/ como flores de un patio del infierno”.

 

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FOTOS: Noches de Poesía con Jesús J. Barquet y Maya Islas 17 Nov 2012 6:02 AM (12 years ago)
















 
Fotos de Karin Aldrey
 
 

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Julio no es polvo ni olvido. Por Lissette Bustamante 17 Nov 2012 5:35 AM (12 years ago)



Julio no es polvo ni olvido
Por Lissette Bustamante
Miami, noviembre 2012

No sé si contar tu biografía al no estar en la galería de los poetas famosos; no sé si contar las miles de dificultades por las que pasaste en Cuba y en España, sólo sé que el dolor profundo, el abandono evidente, la desesperación de la tristeza, el fracaso español, la soledad de cada amanecer y el espanto de una desoladora depresión, te arrastraron al final… Después de todo, elegiste tomar ese vuelo e incluso volar para estar esta noche junto a nosotros mientras prendo una vela por tu alma inquieta…
Marchaste sin avisar, ni siquiera lanzaste un grito de auxilio, ¿será que no esperabas respuestas; será que te atrapó la neurosis del abismo en tu insilio murciano dentro del exilio español? Te arropaste en ti mismo, buscaste la contención en tu zozobra antes del amanecer y elegiste el silencio antes de tu partida… No dejaste señal, ni aviso en tu blog “El Club de los Amigos Malos”, aquellos que compartíamos “shácatas”, entre inquietudes de glásnot y perestroika… Ya para entonces habías decidido abandonar al que estaba registrado en el carné de identidad como Julio Francisco Martínez García para convertirte en Julio San Francisco.
Te lanzaste a defender tus ideas, abandonaste los comentarios para pasar a la acción… Junto al periodista Rafael Solano y el poeta y también periodista Raúl Rivero, fundaron la primera agencia de prensa independiente de Cuba, “Habana Press” y te obligaron a callar…
No voy a contar a cuantas organizaciones opositoras al régimen de La Habana te acercaste, ni en cuantas estuviste… Tu afán por mostrar la oscuridad de la ilusión de otros años revolucionarios se tornó en obsesión y llegó el exilio…
Transcurría 1997… En aquel tiempo ya escribías que eras un “ser que lo perdió todo por querer ser libre”… Una libertad costosa porque Julio pasó 15 años tocando puertas, sumido entre la creación y los tiempos oscuros de la zozobra y la pobreza… Acabó sus días marginado, sólo con la compañía de la mugre muerte… Llegó pobre a España y murió pobre en España… Por aquellos años 90 ya se marcaba el peor de los presagios… Salió de La Habana con el alma muy lastimada… Estuvo internado en Cuba en el Sanatorio San Juan de Dios, marcado por los tormentos psíquicos que castigaban su vida… Durante 15 años iba de un lado a otro… El Gobierno del Partido Popular, presidido en ese entonces por José María Aznar, no le prestó la atención médica que tanto necesitaba… Andaba cargado de sueños y era cada vez más incansable en su lucha por la democracia en Cuba… Aquellos gobernantes que se creen iluminados mientras caminan los pasillos del poder hoy no son más que el pus oscuro y siniestro de su desvergüenza… Los modernos vampiros vieron en Julio a una presa deseosa de ejercer su libertad y gritar la realidad de nuestra Isla… Sufrió engaños y traiciones… Alguna vez le hicieron creer que tocaba las nubes y confundido, le mintieron diciendo que era el cielo… Siguió tragando grageas de mentiras para seguir soñando con una eternidad fallida…
Querido Julio, ya la decadencia hacía crujir tus huesos oxidados… Decidiste tu liberación absoluta el 2 febrero de 2012, a tus 60 años… Un amigo te echó de menos cuando no respondías al celular ni a la puerta, ni a la sacra oración… Sospechaba que algo sucedía… Lo encontraron tres días después… La Policía Local abrió la puerta con una orden judicial… Estaba encerrado en su cuarto, de bruces en el suelo, desplomado e inerte, tumbado para siempre y desterrado al jamás…
En Facebook la noticia ya circulaba. Era una nota escueta, una esquela sencilla, sin datos ni detalles. Y luego su amigo desde Cuba, desde la Isla de la Juventud, no ocultaba su asombro, su dolor, su pesar. ¿De qué murió Julito? ¿Un infarto? ¿Un suicidio?... No, murió de frustraciones acumuladas, de asco, de sueños imposibles, de grageas de mentiras… No resistió la espera… Al intentar sobrevivir, murió…
Y ahora viene la desoladora conclusión. Su fallecimiento mereció pocas líneas en los periódicos, a pesar de que no es polvo ni olvido…
Anticipó su Testamento en su obra El Desterrado, que fue estudiada en La Sorbona de París…
 
TESTAMENTO

Nadie tendrá problemas con mis restos mortales
si, como he dicho ya, un día yo muriera.
No sé a quién le tocará la fúnebre y funesta misión
de encontrarme muerto
porque el destierro es el lugar donde no se sabe nada
de hoy, de mañana, ni de ayer.
No sé si será una mujer, un amigo, una vecina
anciana y asustada,
un portero, un policía,
un enemigo,
alguien que pasaba por allí.
No sé tampoco dónde moriré,
si en mi cuarto,
si en la calle,
si en el trabajo,
si en el hospital,
si en un barcito
donde tomo café con leche
y leo el periódico
todas las mañanas.
(debo morir en un barcito).
Podría ser de un infarto
del cerebro
o, tal vez, del corazón a donde han ido a parar
todas las furias, los miedos,
las melancolías y las fieras
o cursimente de hambre
o del azúcar baja
o el colesterol alto
o, simplemente, de estar lejos.
No sé ni quién recogerá mis propiedades,
mis paupérrimas propiedades
que no relaciono para no ofender,
sin embargo pueden quemar
mi verde traje parisino,
mi amarilla corbata italiana
y todo lo demás, hasta mis cartas
enviadas y no enviadas
que ya cumplieron su misión.
(Sé que alguien aprovechará el desconcierto
en torno al muerto desconocido
de quien nadie se declara propietario
para sustraer
sigilosamente
—y no para guardarlo de recuerdo—
mi juego de pasador, yugos, plumas y fosforera
mas no me importa).
En caso de que alguien tropiece
con un ladrillo que yo pueda haber modelado
sí le rogaría que modelara otro igual o mejor.
En caso de que alguien tropiece
con algún libro
que yo pueda haber escrito
sí le rogaría que lo tirara contra la puerta de alguna editorial
y en caso de que, con tan buena suerte, se publicara algo
decreto que por 70 años
todos los derechos de autor
pertenecen
exclusivamente
a un ser que dejé en La Habana.
Si surgiera algún(a) admirador(a)
del que modeló el ladrillo
o del que escribió el librillo
y deseara saber algo de aquel modelador de librillos
y deseara saber algo de aquel autor de ladrillos
y si deseara, incluso, ir hasta su tumba
y leer su epitafio
y ponerle una flor
no podrá hacerlo.
No habrá epitafio ni tumba,
pero, solamente para que la historia tenga un final feliz, daré
dos direcciones.
En un pueblito del centro de mi patria
cuyo nombre es Corralillo
(me hubiera gustado ser Conde de Corralillo)
pasé mi adolescencia, suspendí matemática,
tuve amigos y novia,
y en un barrio de la capital cubana
cuyo nombre es Bacuranao
(me hubiera gustado ser Barón de Bacuranao)
donde viví mis últimos añitos con patria propia
detrás de mi casa
hay una pradera
y en la pradera, una ceiba
y recostado a esa ceiba amé a una mujer
o modelé un ladrillo
y escribí poemas o cuentos o novelas
o no sé.
Pero sé que nadie tendrá problemas
con mis restos mortales
porque no seré nada exigente en esa hora.
No quiero que me incineren
porque he vivido toda la vida incinerado
y sembrando fuegos
(el que siembra fuego, recoge resplandores).
No quiero que echen, pues, mis cenizas al Nilo
para reencarnar en los peces o las conchas.
No quiero que me embalsamen
ni quiero que me entierren
aunque para mí sea leve la tierra.
No quiero una tumba
junto al Manzanares de Madrid,
ni quiero una tumba
junto al Almendares de La Habana
por tanto no habrán de trasladarse mis restitos
a Cuba.
No quiero nichos en catedrales,
ni misas,
ni esquelas
pues todos los días en ellas ya me vi.
Tiradme en cualquier lugar
donde mi hedor no moleste a nadie
y, como carroña ensimismada, libremente
puedan seguir comiéndome los buitres.
 
 

 

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Viernes 16: Juan Carlos Valls y Roberto Zurbano 16 Nov 2012 3:44 AM (12 years ago)

 
 

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FOTOS: Cuentos Cortos 15 Nov 2012 8:24 PM (12 years ago)














 
 
 

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Jueves 15: Noches de poesía con Jesús J. Barquet y Maya Islas 15 Nov 2012 4:41 AM (12 years ago)

 
 
 
 

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FOTOS: Margarita García Alonso 15 Nov 2012 4:24 AM (12 years ago)















 

Fotos de Ulises Regueiro



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Una sílaba más en la glorieta de los muertos. De Jesús Díaz (Tinito) 15 Nov 2012 3:38 AM (12 years ago)

Foto de Ivan Cañas
Una sílaba más en la glorieta de los muertos


«Hacer una abstracción de todo esto,
decidir
que puede reducirse a generalidades
y
actos comunes,
coincidencias,
no hará más fácil el tiempo que resta»

Heriberto Hernández Medina


Cómo aquellas primeras horas de voraz incertidumbre, cuando irrumpió la noticia de la muerte de Heriberto, a quien considero no solo un arquitecto de la poesía, sino un rapsoda contemporáneo, como lo llamaría Manuel Sosa en su escrito: Brevario para regresar al laberinto de espejos. Ese laberinto en el que deambula el minotauro de las horas. Esas horas impregnadas de tinieblas, han dejado un vacío en estos predios, donde solíamos verle a través de sucesivas puertas. En estos predios frégolianos en los que apenas se escucha la palabra primera, su palabra que hoy reposa como un albatros sobre el mástil de la memoria con esa costumbre de marcharse hacía al alba sin despedirse, esa costumbre de no mirar atrás.

Esa forma de volar sobre un abismo de tinieblas verdes, sobre lienzos en piedras convertidos, piedras que son palabras que se desangran ante el rostro fiero de Dios si es que existe, aunque Dios no precisa de existir, para existir.

En la patria del espejo donde abrevan las sombras familiares sobre el hombro que adolece a la sombra de un árbol. En la patria del espejo se posa el albatros sobre los hombros de un rey adolescente. En la patria del espejo vuelve el canto a derramarse al anochecer. Vuelve el rapsoda cercenando verdades como templos, verdades que caen muertas por el martirio de saber que puede más la nada.

La nada cotidiana, la nada intemporal, la nada como una sílaba en los labios del silencio, donde un pincel rellena los espacios en que reconocemos nuestro cielo, nuestros límites, nuestros defectos y esta tendencia mía de escribir textos elegiacos, esta complicidad literaria más allá de sucesivas puertas.

Puertas que son el espejo que refleja este grupo de personas ante las cuales me encuentro, este grupo abstracto escuchándonos atentos. Esta noche inaugural de la semana alternativa a La Feria del libro, he de hacer una pausa para nombrar sus libros, los del rapsoda, comenzando con «Poemas» Ediciones Mantazas, 1991, «Discurso en la montaña de los muertos» Ediciones Unión, 1994, «La patria del espejo» Ediciones Unión, 1994, «Los frutos del vacío» Ediciones Matanzas, 1997, «Verdades como templos» Ediciones Iduna, 2008, «Las sucesivas puertas» Bluebird Editions, 2008 y «Otros filos del fuego» Avondale ediciones, 2012.

En fin, tantos versos, tantos impregnados de ausencia, de esas lúgubres intemperies en que se ramifican los poetas cuando parten. No he de sorprenderlos sí les digo que me siento extraño esta noche inaugural, mientras recuerdo al rapsoda, nuestro amigo a través de sus palabras, teniendo en cuenta que las palabras son otro modo de matar el hambre. Teniendo en cuenta que las palabras no nos canonizan pero nos vuelven dioses, o miserables. Teniendo en cuenta que la amistad nos ata más allá de las puertas del cuerno.

Porque
la vida no termina
para quien huye de ella por la puerta
falsa. La vida acaba
más bien para los que
se quedan en lugar del fallecido,
sufriendo las mordidas de los hados
en el sucio recinto de los hombres.
Sin embargo unos pocos
agradecen: el vino, las tertulias,
o algún gesto.
Pero en fin la contienda continúa,
de modo que no hay tiempo para cultos:
tales Judas, Tomases y Pilatos.
Como página en blanco la morada
de quien queda en lugar del fallecido.

He de concluir este texto, con el gesto en que se esfumaron los últimos minutos con el rapsoda, con un abrazo.

En el extremo agreste de ese abrazo baldío
puede que estés mintiendo, puede que se haya roto
el gesto que te ausenta del asoleado coto
en que la luz se extiende del otoño al estío.

De una ausencia latente a un trasegar sombrío
de sabanas escritas y de espadas, agoto
la sed en que resides, el paisaje remoto
que en sueños recorrías desde mi mano al frío.

Los brazos extendidos que un día me nombraron
junto a la inexistencia y el miedo que reduces
a un atado de ramas que nunca se quemaron.

Sin mirar a lo lejos, de espaldas a esas luces
breves, otros destierros futuros te anunciaron
árboles cuyas ramas un día serán cruces.

Sin embargo

No sé si pueda aún cantar triste y ecuánime
sobre el reloj antiguo del último deshielo,
construir una casa desnuda sobre el polvo
que la ciudad un día envidiará en silencio.

No sé si pueda aún volver al canto hueco
de soñar una sombra más grande que mi asombro,
si deslumbrarme pueda ante el oro magnífico
que la luz inventara para olvidar el oro.

No sé si será cierto que cuando callo nombro
la verdad que me mata o el miedo que me alienta.


Jesús A. Díaz Hernández
Noviembre, 2012


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Miércoles 14: Cuentos Cortos 14 Nov 2012 3:58 AM (12 years ago)

 
 
 

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FOTOS: Homenaje a los poetas cubanos fallecidos 2011-2012 14 Nov 2012 3:39 AM (12 years ago)









 
Fotos de Ulises Regueiro
 
 

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Martes 13: Margarita García Alonso 13 Nov 2012 5:56 AM (12 years ago)




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FOTOS: "Apremiante deseo de manantial" de Elena Iglesias 13 Nov 2012 3:48 AM (12 years ago)












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Poesía y poética en Félix Hangelini por Yoandy Cabrera 12 Nov 2012 8:15 PM (12 years ago)

Poesía y poética en Félix Hangelini

He imaginado que ahora voy existiendo
y que esta rara isla me despierta.

“La imaginación de la bestia” Félix Hangelini



La poesía es, dentro de la obra de Félix Hangelini1, la más íntima y a la vez diáfana evidencia de su vocación literaria2. En una carta dirigida a Beatriz Maggi3 el primero de marzo de 20044, el joven poeta, en agradecimiento a la profesora cubana por la presentación de su libro de ensayos La construcción de las olas5, reconoce que no sabría definirse como ensayista, y agrega:

Yo sólo escribo poemillas desde los siete años, mi vida está llena de ellos. Cajas, cuadernos, miles de ellos dispersos en cualquier parte. Los regalo, los ofrezco; otros los ejecuto en la intimidad y los oculto para que nadie los dañe. (También tengo varias traducciones, sobre todo de “Ella”6, Whitman y algún otro autor en inglés.) Pero tampoco me considero poeta... ¿cómo podría? Nuestra época la caracterizan las definiciones fáciles y las clasificaciones convenientes. Necesitaré crecer mucho para poder saber qué o quién soy (si consigo ser algo). Mis 26 años delatan mi pequeñez.

Por tanto, en esa indefinición genérica que creo lo acompañó hasta el último momento, la poesía está desde los siete años y durante toda su vida. La regaló, la publicó, la ocultó, la cuestionó... Personalmente creo que fue un escritor, él mismo se veía en un futuro no como profesor (la docencia cada vez le atraía menos), sino como investigador (a la misma profesora le declara: “estudiar me justifica”) y como escritor; pensaba dedicarse a escribir, era al menos su deseo. Escribir, sin definir un género, huyendo de toda clasificación, como hizo durante toda su vida.

Cuando uno se acerca a su poesía sorprende la madurez hasta en poemas de su adolescencia, tanto inéditos como publicados, parecen escritos con el sosiego, la fuerza y la experiencia del que viene de regreso de muchas cosas, como el que sabe que en los oropeles del lenguaje poco se alcanza si no hay verdadera sustancia. Esta madurez en el verso y en su cosmovisión siempre la explicaba Félix diciendo que había vivido pocos años, pero tan intensamente que a veces se sentía viejo, por lo que en la misma carta a la Dra. Maggi agrega:

(H)e vivido intensamente, he tenido que madurar a fuerza de porrazos y mucha soledad, por lo que en cierto modo, mi visión del mundo es bastante sólida; llevo, sí, una cierta ventaja, y espero se enriquezca y suavice con los años (si es que tengo la dicha de la supervivencia, cada día más difícil).

Tanto en su ensayística como en su poesía, hay en Félix una tendencia hacia la sencillez, la mayor lección que aprendió de su admirada y estudiada Emily Dickinson. Eso es evidente cuando uno lee sus trabajos recogidos en La construcción de las olas, frutos circunstanciales de deberes y evaluaciones académicas durante la carrera de Letras; y los compara con su tesis doctoral sobre Luisa Pérez de Zambrana y con los artículos sobre las mujeres románticas hispanoamericanas a las que dedicó la mayor parte de sus horas de investigación en los últimos años. Cuando Félix dejó de sentir la necesidad de demostrar a sus evaluadores universitarios el conocimiento acumulado, cuando fue más independiente y estuvo más seguro en sus objetos de análisis, logró mayor claridad y sencillez en su discurso. En la carta referida antes, también confiesa:

Si le soy más sincero, no me enorgullezco de La construcción de las olas. Los veo textos demasiado académicos, a veces hasta retóricos o aburridos, juguetones y hasta entusiastas, ligeritos, que van y vienen sobre un mismo eje sin romper su propia cinética a punto de cansancio.

Contra ese academicismo luchó Félix una vez que tuvo más claro cómo y qué deseaba escribir, por ello declara a la doctora también: “Según pasa el tiempo, más me apego a la sencillez. Debe ser el cansancio tras tanto metalenguaje.”

Sobre la admiración que le profesó a Dickinson, quien llegó a tener mayor incidencia en él que el propio Whitman, Félix no solo reconoció en ella a una gran escritora por su visión del mundo y su peculiaridad discursiva, sino a un alma gemela, a un ser cercano, amante (como él) de la reclusión voluntaria, del silencio, de la soledad. Los que tuvimos el privilegio de conocerlo, sabemos que había en él una tendencia casi metabólica hacia el aislamiento y el retiro:

Hay algo en aquel estilo de vida que se parece al mío. De cierto modo, también soy un recluso; y huyo de aquello que se me antoja peligroso: la gente, en general, me lo parece. Puede que hasta sea patológico, nunca se sabe.

Sin embargo, uno de los mayores valores de la poesía de Hangelini es no haber sucumbido a eso dos monstruos de la literatura universal que son Dickinson y Whitman, a los cuales estudió y veneró toda su vida. Se necesita tener las ideas muy claras y poseer una personalidad lo suficientemente sólida para no caer en la tentación de parafrasear o imitar a dos figuras tan portentosas como los autores decimonónicos mencionados. Félix tuvo carácter siempre, su obra es testimonio de ello. La universalidad egótica de Whitman en él no es estentórea, es más bien íntima. Su yo poético se reconoce en el otro, lo incluye, pero desde la soledad de su habitación, desde el silencio que es también su escritura. De Dickinson procede la capacidad de mitificación y semantización de lo doméstico y cotidiano. Pero todo ello está en medio de una de las obras más singulares de los últimos años en la poesía cubana contemporánea.

Tampoco cedió a las modas de los años noventa en Cuba, cuando comenzó a publicar. Considero que su aversión por Dulce María Loynaz y José Lezama Lima no era en sí por los autores sino por la mala lectura y asimilación que se hizo de la obra de estos entre muchos de los poetas contemporáneos a Félix. Criticó siempre el a veces excesivo metaforismo críptico de Lezama y su incorrecta sintaxis, así como su mala puntuación. Cuestionó con argumentos sólidos, esperando que algún admirador del “maestro” le demostrara lo contrario. Sin embargo, el propio Félix fue un lector asiduo de Lezama (por eso también sus argumentos eran incuestionables) y uno lo comprende cuando lee su poesía, en la que más de una vez toma al autor de “Muerte de Narciso” como punto de partida y pretexto para la creación poética.

Su escritura parece a ratos decimonónica y romántica por su sensibilidad, por el poco uso metafórico y tropológico, y al mismo tiempo es moderna y críptica por las asociaciones insólitas e inesperadas a veces, y por la casi total ausencia de signos de puntuación (lo cual, por la ambigüedad sintáctica, multiplica las posibilidades de lectura e interpretación).

Pero el autor cubano que más veneró y que más visible huella ha dejado en la obra de Félix es Virgilio Piñera. Hangelini logra leer una de las esencias más difíciles de alcanzar en la obra del autor de La isla en peso: la carcajada de horror ante la nada y el absurdo de la existencia. Esa huella terrorífica vuelta burla en Hangelini evidencia que el joven cubano es uno de los lectores más profundos que ha tenido Virgilio. Los jóvenes autores de la isla (en su mayoría) han leído de la obra de Piñera su angustia existencial, la fragmentación, la insularidad como maldición y su enorme escepticismo. Hangelini, con poemas como “El grito” y “El ala leve de la felicidad”, logra plasmar la gravitación y la carcajada de terror piñerianas en su cosmovisión poética de modo orgánico, nutriendo la savia de sus concepciones.

Félix publicó en vida solo un libro de poemas, La devastación. La imaginación de la bestia7. Dentro de su obra inédita, hay cinco poemarios terminados y organizados por él mismo8 y un sinnúmero de poemas sueltos. Su poemario publicado pretende leer desde el propio título un descenso, la caída inevitable que él mismo estudió en el ensayo merecedor del premio de la revista Temas sobre la relación entre Whitman y Huidobro9. En ese texto, Félix propone una lectura de Altazor desde un eje vertical y no horizontal; a ello (en diálogo con Piñera, con Huidobro y con autores cubanos como Lina de Feria y Damaris Calderón) apunta el propio título de su poemario: La devastación. Pero hay más.

El terror por el paso del tiempo atraviesa todo el libro, como si se viviese con las horas contadas. Cada elemento de la naturaleza, del entorno, del camino (sin necesidad de grandes giros tropológicos) alcanza un enorme valor simbólico. El primer símbolo es la carretera de Sóller en Mallorca. Un viaje a la isla española hace despertar en el poeta relaciones entre islas, La Habana y Sóller, Cuba y Mallorca. El mar como factor común, como encarnación de esa máscara enorme e indescifrable que es el mundo, como nada sin forma, cambiante, que en cada ola niega cualquier posibilidad de contabilizar, de nombrar.

El yo poemático hangeliniano asume el riesgo de una vida precipitada, imprevisible, al borde del abismo (a semajanza de esas curvas y encrucijadas de las carreteras que llevan a Sóller), avanzando, dejando atrás el paisaje, la ermita, los monjes, apostando entre la gravitación y el futuro, entre el desfiladero y la esperanza, entre la caída potencial y la búsqueda indetenible. Esa carrera al volante que no cesa confiere al poemario carácter narrativo. A ello se une la concepción teatral que tiene Félix de la poesía, motivo que retoma en una serie considerable de poemas. El poemario es también una agónica puesta en escena en que movimiento, recuerdo y caída se conjugan. Tres actos podríamos diferenciar en la estructura del libro: la búsqueda, el recuerdo de un hallazgo revivido (nombrado a través de su propia negación, de la imposibilidad) y la caída. En diálogo tenso con Pessoa, Hangelini inicia la escritura en plena carretera, “a más de quinientos metros sobre el nivel del mar”, in media res, “hacia Sóller hacia un deseo”.

“La devastación” interioriza la carrera y el movimiento de los dos primeros poemas, pues “el fluir de la sangre deja pistas”, “en este pétreo juego de la devastación”. Parece, desde el inicio, al dejar atrás todo paisaje, que es imposible la vuelta atrás, pues la carretera “conduce únicamente a Sóller”. En poemas posteriores como “No te busques no estarás” y “El ala leve de la felicidad”, en el supuesto diálogo con el otro, en el pretendido regreso, está también la negación y el reverso de su propia realización.

La espera de lo perdido (entendida como absurda por el propio yo), el palabreo con el ausente, es la obstinada forma que tiene de imaginar una regresión, más bien hablando solo, y sin moverse del lugar. Paradójicamente, continúa el viaje por carreteras, curvas y pendientes; al mismo tiempo hay un no-lugar desde el que habla, una atopía, estabilidad falsa que niega toda compañía, entre brumas y recuerdos, a los cuales confirma y espanta simultáneamente. Por eso, cuando el tú que evoca dice “eso es un árbol y en él caben los ángeles” (como guiño a Blake), el sujeto lírico dice “eso es un tigre”, el tigre piñeriano (o su descripción), con todo lo que el símbolo de Virgilio encierra. Queda la ausencia como un cuerpo en esa irrupción de la segunda persona, que es al mismo tiempo memoria y negación de toda posibilidad futura. 

En un texto memorable del 2 de noviembre de 2011 en El bosque escrito10 titulado “Retrato del monstruo”, el autor se presenta como bestia, en cuya imaginación encierra todo lo que observa, lo que conoce, lo que le cautiva, porque “la trampa que usa para capturarte es la misma que te dejará para siempre en los oscuros laberintos de su imaginación.” (concluye, en claro diálogo con el título de su libro de poemas). Allí confiesa:

En esencia, ese tipo de monstruo es la raza más frágil que ha existido. Frágil a la belleza, a pequeños gestos de seducción, frágil a la espontaneidad y a la risa como una bocanada intensa de vida. Casi todos los monstruos que han existido han obrado en ese tipo de sombras. Se esconden en sus refugios a escribir sobre realidades que sólo ellos comprenden, o piensan comprender. Los que aparentemente se han dado a la vida son unos grandes mentirosos; no les creas. Ni Baudelaire pasó su vida en lupanares ni Whitman salió nunca de New York y proximidades… ni siquiera bebía alcohol ni tuvo los amantes que decía. Cada desorden literario implica un orden vital exquisito, meticuloso. Ninguno en realidad fue bello (salvo Keats o Byron; no cuenta la animal simetría de Wilde). Ninguno coqueteó con perfecciones. Ninguno fue feliz o al menos ninguno expresó cabalmente su felicidad. Todos murieron inconformes.

El discurso de Félix se sostiene en un coloquialismo lírico, que (d)escribe y semantiza su entorno por medio de interconexiones infinitas a las que él llamó (a partir de Wislawa Szymborska) “bosque escrito”. Que dialoga, espera, lucha a pesar de su convencimiento de que la vida es un largo desfiladero hacia el sin sentido, un camino que se extiende hacia la nada. Lo absurdo de la existencia misma puede incitar a la carcajada, a la burla del que sabe de antemano el final. El sujeto lírico busca, observa, anota, intenta encontrar, asir, dotar de significado a un cuerpo imposible que, como el propio mundo, en hilera infinita, se aleja. No puede evitar el sin sentido del futuro, y al mismo tiempo lucha contra él. La poesía para él es búsqueda y negación del locus amoenus.

La obra lírica de Hangelini es la crónica de una extraña y desajustada existencia en medio de un mundo donde los valores del poeta no son los que priman. Hileras de árboles infinitos conduciendo hacia la nada, “risa innumerable de las olas” esquilea que se vuelve, en el trayecto, carcajada piñeriana. Soledad, búsqueda, evocación, hallazgo (o, más bien, sombra, memoria del hallazgo, negación del encuentro, diálogo mudo con lo absurdo e imposible) y luego, vuelta a la soledad y a la muerte por luz, lo cual lo ubica otra vez entre Dickinson y Piñera, pues ambos afirman que un sapo y un pueblo “puede(n) morir de luz”.

Crónica de una vida que es, en la inmensidad universal, apenas un instante. Viaje a La Habana que es Barcelona que es Mallorca. Vida y poesía marcadas por el mar. Ola del lenguaje que asocia y engulle todo el tiempo, todos los tiempos, ensartando ínsulas como un collar, ciudades que enfrentan la inmensidad del océano a pecho descubierto. El instante de luz que nos ciega, la palabra que es también hoy su rostro más pleno, hacen que pasado y futuro converjan a través de ese bosque verbal que es justificación y testimonio de su existencia, cierva sintáctica que leyó en Szymborska. Su propia vida fue coincidencia entre el segundo luminoso y la Historia, entre la belleza momentánea y la recuperación de lo sustancial. Su existencia ha quedado en nosotros, en los que le conocimos, como un relámpago, como deslumbramiento, que nos abrió en ráfagas y tragraluces, hacia los momentos trascendentes de la Historia. Félix es, sigue siendo, “apretado fragmento” que “dicta la eternidad sobre los muros”.



Yoandy Cabrera
Madrid, 10 de noviembre de 2012

1 Félix Hangelini es el pseudónimo literario del escritor cubano Félix Ernesto Chávez (La Habana, 28 de octubre de 1977- México, D.F., 11 de junio de 2012), doctor en teoría de la literatura y literatura comparada, profesor universitario, investigador, ensayista y poeta.

2 Félix escribió aproximadamente una decena de cuentos, y aunque no publicó ninguno, muchos son de una calidad y una imaginación sorprendentes. Esta parte de su obra podría parecer la más íntima por no haber sido publicada, pero en verdad es la poesía el género que mejor y más íntimo testimonio da de su cosmovisión y de sus vivencias.

3 La doctora Beatriz Maggi es una importante ensayista y profesora universitaria cubana, cuyos principales temas de investigación han sido Shakespeare y Emily Dickinson, además de otros autores de habla inglesa.

4 La carta en cuestión forma parte de la papelería inédita de Félix Hangelini, que actualmente se encuentra bajo la custodia de su madre Lidia López Padrón, su heredera y albacea.

5 El libro de ensayos La construcción de las olas de Félix Hangelini fue premio de ensayo Calendario en 2002, publicado por la Casa Editora Abril en 2003 y presentado por la Dra. Beatriz Maggi en la Feria Internacional del Libro de La Habana el 11 de febrero de 2004 en la sala José Lezama Lima en la Fortaleza de La Cabaña.

6 Así se refiere a Emily Dickinson cuando escribe a la profesora Beatriz Maggi.

7 Félix Hangelini. La devastación. La imaginación de la bestia. Fundación Jorge Guillén, Valladolid, 2006. Con este poemario el autor ganó el premio de la Academia Castellano-Leonesa de la poesía 2005 destinado a jóvenes creadores.

8 Los poemarios inéditos son Lugares intrascendentes, Restauración de la luz, El bosque escrito, Las soledades de un cierto mundo y El comercio de las almas.

9 “La vida es un viaje en paracaídas”, en: Temas, núm. 22-23, La Habana, julio-diciembre, 2000, p. 181-90. Texto con el que el autor obtuvo el premio de ensayo de la revista Temas cuando todavía era estudiante de Letras.

10 En este caso me refiero al blog de Félix cuyo nombre es, como uno de sus poemarios inéditos, El bosque escrito. El título parte de un poema de Wislawa Szymborska. Puede consultarse en: http://elbosqueescrito.wordpress.com/
 
 
 

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Lunes: Homenaje a los poetas cubanos fallecidos 2011-2012 11 Nov 2012 7:16 AM (12 years ago)

 
 
 
 
 

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Sting 10 Nov 2012 4:05 AM (12 years ago)

 
 

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Calendario: Semana Alternativa de Literatura 8 Nov 2012 5:30 AM (12 years ago)



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"Mujerongas", un libro de Grettel J. Singer 7 Nov 2012 4:04 AM (12 years ago)

 
 
 
 
 
"Mujerongas" de Grettel J. Singer ... ya está disponible a la venta en Amazon... y durante la Semana Alternativa de Literatura podrán disfrutar de la participación de la escritora y uno de sus cuentos cortos el miércoles, 14 de noviembre, 7pm a 9pm en la Alliance Francaise...

Para comprarlo pueden entrar a Mujerongas





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Presentación: "Apremiante deseo de manantial" de Elena Iglesias, este jueves en la Alliance Francaise 5 Nov 2012 4:25 AM (12 years ago)

 
Alliance Francaise, eRIGINAL Books y Project Zu
los invitan
a la presentación del libro
Apremiante deseo de manantial
de Elena Iglesias
 
Jueves, 8 de noviembre, 7pm a 9pm
 
Alliance Francaise
618 Southwest 8th Street
Miami, FL 33130
Alliance Francaise 
 
Presentación a cargo de Karin Aldrey
 
  Sobre la escritora:
 
Elena Iglesias (Cuba) es escritora y periodista independiente. Es autora de cuatro poemarios: Península (1977); Mundo de Aire (1978), con poemas premiados por la Universidad Católica Andrés Bello de Caracas; Campo Raso (1983), fruto del Taller de Poesía del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos de Caracas; y Temblor de Luz (2009), dedicado a Dulce María Loynaz.
 
Es además autora de Cuenta el Caracol (1995), recreación de patakíes de la tradición afrocubana; dos libros de cuentos infantiles, Aloni Gabriel y Mariposa / Aloni Gabriel and Butterfly (2004, 2005 y 2009, 2011) y Who am I Butterfly? (2011); y un libro de fábulas The Philosophy of My Wandering Cat, también del 2009.



 

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Un poema de Sofía Serra Giráldez 4 Nov 2012 3:39 AM (12 years ago)




Rosa
 
Me visto de rosa porque la luz
me aplaude y el cielo se ha cubierto
de nubes grises y el aire
 

se ha vuelto tierno y blando
espuma desde mi carne
habla la antaño obtusa
puerta de otoño
 
¿Y el bosque?, ¿para cuándo el bosque
de tus manos ocultándome los árboles?
 
Como una almendra amarga
la boca llena de vanos verdes
abiertos a tu agua dulce.
Así nace el río
y la lluvia suaviza
las aristas de tu boca.
 
mañana cuadrada
de gigante.
 
Sofía Serra Giráldez
(Tomado del libro, Signos Cantores publicado por Linden Lane Press)
 
 
 
 
 

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Tony Zenet 3 Nov 2012 5:26 AM (12 years ago)

 
 

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